La mayoría de los casos de aneurisma aórtico no presentan síntomas. Cuando se presentan, los síntomas varían según la gravedad (aneurisma intacto o roto), según la compresión de las estructuras vecinas por la arteria dilatada o debido a complicaciones.
Síntomas de aneurisma intacto
En el caso de un aneurisma intacto, es posible que la persona no manifieste ningún síntoma, que sólo se encuentre al azar en algún examen de imágenes o que presente síntomas leves e inespecíficos como:
- Dificultad para tragar, debido a la compresión del esófago
- Falta de aliento, por compresión de la tráquea
- Dolor abdominal
- Dolor lumbar
Síntomas de la ruptura de un aneurisma
Cuando se produce la ruptura del aneurisma, llamada aneurisma roto, se producen síntomas graves y un riesgo inminente de muerte, por lo que en estos casos los síntomas son de :
- Dolor abdominal o lumbar intenso
- Hipotensión
- Caída del hematocrito, anemia aguda
- Confusión mental o coma
Otras complicaciones son la trombosis, la embolia, la corrosión de las vértebras de la columna vertebral y la compresión de otras estructuras vecinas, que pueden tener graves consecuencias para el cuerpo.
Tratamiento del aneurisma aórtico
En el caso de la ruptura de un aneurisma, la indicación es la cirugía abierta o endovascular en caso de emergencia, debido al alto riesgo de mortalidad.
En los demás casos, el tratamiento del aneurisma de aorta varía según el tipo, el tamaño, las características y las condiciones clínicas de los pacientes, pero básicamente consiste en
- Seguimiento riguroso
- Tratamiento clínico – Control de los factores de riesgo
- Cirugía abierta o
- Terapia endovascular.
Se realiza un seguimiento riguroso mediante exámenes de imagen, como ultrasonido, tomografía computarizada y/o resonancia magnética cada 6 meses, determinando el momento en que debe abordarse el aneurisma. En general, su crecimiento es lento pero progresivo.
El tratamiento clínico se basa en el control de los factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares, principalmente animando al paciente a dejar de fumar, a controlar la presión arterial y los niveles de colesterol y triglicéridos, así como los niveles de azúcar en la sangre y a seguir una dieta saludable.
Sin embargo, cuando el aneurisma aumenta de tamaño, lo que sucede en la gran mayoría de los casos, y las ventajas de la cirugía son mayores que las desventajas y los riesgos, se indica el tratamiento quirúrgico. La cirugía convencional corrige el aneurisma y coloca una prótesis en el lugar para restablecer el flujo sanguíneo.
Por otro lado, la terapia endovascular es una técnica mínimamente invasiva que consiste en colocar una endoprótesis cubierta en el interior del aneurisma, con el objetivo de reforzar la pared aórtica ayudando a prevenir la ruptura de la zona lesionada. La endoprótesis se introduce por la ingle, a través de la arteria femoral, y se lleva a la aorta abdominal.
En cuanto a la decisión del tipo de cirugía, abierta o endovascular, hay criterios y consensos bien definidos, que serán evaluados por el equipo de cirugía vascular.
El cirujano vascular es el especialista responsable del diagnóstico y tratamiento del aneurisma de aorta.