La ampolla febril se transmite por contacto directo con una persona infectada. Está causado principalmente por el virus del herpes simple tipo 1 y causa enrojecimiento, dolor punzante, picor y vesículas (ampollas), que son las típicas lesiones del herpes.
El fluido dentro de estas burbujas contiene grandes cantidades de virus vivos y por lo tanto es altamente contagioso.
Después de penetrar en el cuerpo, el virus de la ampolla de fiebre sigue el camino de un nervio, donde permanece inactivo la mayor parte del tiempo. Sin embargo, cuando por alguna razón la inmunidad se reduce, el virus se multiplica de nuevo y la enfermedad se manifiesta.
Típica lesión por ampollas de fiebre
Entre los factores que favorecen la aparición de la fiebre ampollosa están: la fatiga física, la exposición prolongada al sol, el estrés, la fiebre, la gripe y las infecciones.
Cabe recordar que la transmisión de las ampollas de fiebre sólo se produce durante las crisis, durante el período de manifestación de las lesiones. Durante el período de latencia, es decir, mientras no haya lesiones visibles, la persona portadora del virus no transmite la enfermedad, y el contacto directo no aumenta el riesgo de contaminación.
¿Cómo prevenir las ampollas de fiebre?
Para no tener ampollas de fiebre, es importante evitar cualquier tipo de contacto con las lesiones, incluyendo los besos y la actividad sexual. Por lo tanto, la mejor manera de evitar la infección del virus es no besar y no recibir besos de personas que estén manifestando los síntomas.
Para evitar la transmisión de la ampolla de fiebre, uno debe siempre lavarse las manos después de tocar la lesión y nunca pasar la mano sobre los ojos después de tocar la herida.
¿Cómo es el tratamiento de las ampollas de fiebre?
El tratamiento de las ampollas de fiebre incluye el uso de pomadas y comprimidos antivirales y es capaz de eliminar los síntomas. Sin embargo, el virus siempre está vivo dentro de los nervios del individuo, y las lesiones pueden reaparecer en momentos de estrés y baja inmunidad. Esto puede ocurrir en semanas, meses o años después de la primera manifestación.
Para saber qué tipo de tratamiento es el más apropiado para cada caso, es esencial buscar el médico de cabecera, el médico de familia o el dermatólogo.